No es extraño encontrarnos con clientes cuyas condicionantes son el hacer superficies mínimas, con posibilidades futuras, por ejemplo, de ampliación.
Veamos algunos puntos a considerar, desde el comitente y desde el profesional contratado.
· En el caso de ampliaciones futuras, el proyecto debe ser encarado en su totalidad, aunque sea a nivel de anteproyecto, esto evita “parches” o adosados que no se corresponderán con las necesidades iniciales ni funcional ni estéticamente.
· Existen artificios que amplían los ambientes poniendo a prueba la pericia del arquitecto, tales como la integración funcional, ausencia de aberturas que dividen los ambientes, la iluminación natural estratégica, el equipamiento adecuado, y otras, que dan la sensación de amplitud para conseguir la fluidez espacial sin interferencias.
· Colores claros y neutros en pisos y/o paredes, otorgan luminosidad adicional y a la vez expanden los espacios.
· Definir correctamente las actividades a realizar, impedirá generar zonas muertas, las que finalmente mostrarían un el espacio disponible y no aprovechado.
· Recordar la importancia que revisten las zonas de guardado en la etapa inicial del proyecto. Caso contrario, las superficies mínimas limitarán aún mas la posibilidades de uso.
Finalmente, siempre es conveniente consultar a un arquitecto. Pensemos lo onerosa que podrá resultar desperdiciar metros cuadrados de edificación construida.
Nuestra profesión nos prepara entre otras cosas, para lograr el equilibrio entre necesidades y actividades y para la representación espacial de esta dinámica.
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