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jueves, 18 de agosto de 2011

Patrimonio: Wladimiro Acosta- Vivienda en La Falda


A escasas cuadras de la Avenida Edén, en la intersección de San Lorenzo y Av. Patria, se emplaza la casa de Wladimiro Acosta, uno de los arquitectos más importantes, que junto a Amancio Williams y Eduardo Sacriste, se destacó en la producción de edificios protobioclimáticos en la Argentina.
La casa Miramontes, proyectada por el arquitecto ruso-argentino en 1938 y terminada en el año 1940, es un valioso ejemplo de esta arquitectura moderna. Con una equilibrada combinación de formas y superficies abstractas, sin desdeñar el uso de materiales rústicos locales, la casa está situada en un amplio terreno en esquina, con pendientes, rodeada de un parque con añosos pinos, en un entorno de chalés pintoresquistas, fusionándose con el paisaje.
La casa es predecesora de los conceptos de “arquitectura bioclimática”, pues cuenta con un sistema original de control del asoleamiento, Helios, que es parte orgánica de la arquitectura de la casa. Este conjunto losa-visera / parantes, además de regular la entrada de los rayos solares a los interiores, colaboran a formar un “recinto de sombra” delante del edificio durante el verano y, sobre todo, a las horas de mayor incidencia solar.
Este “recinto de sombra” genera el efecto benéfico de que la masa de aire inmediata a los paramentos del edificio alcance unos grados menos de temperatura, de manera tal que se genere lo que Acosta denominaba el “aura térmica” de la vivienda.
El resultado formal de su aplicación proporciona un rico juego espacial que da lugar a la destrucción del volumen construido como sólido opaco para reemplazarlo por una compleja relación de espacios externos, internos e intermedios.
Ejecutada con estructura de hormigón armado, posee una mampostería mixta de ladrillo y piedra caliza local, inicialmente blanca, que, con el paso del tiempo, se cubrió de una tenue pátina amarillenta. La reducida superficie de revoques exteriores, a la cal, así como las losas extendidas, los parantes, los dinteles y el alero de servicio fueron terminados originalmente con pintura impermeable color marfil.
Sin embargo –y de hecho-, para Wladimiro Acosta, la vivienda no debe ser sólo una mera protección contra los agentes climáticos sino también un instrumento perfeccionable, cuya función principal sea la de posibilitar una buena adaptación del hombre a su entorno físico: clima y paisaje. Por ello, la finalidad última de la vivienda es la de crear un  “clima privado” que signifique protección termo-aislante e impermeable pero también la posibilidad de una comunicación plena con el paisaje.
Francisco Liernur en su Arquitectura del Siglo XX en la Argentina, sostiene que
“Wladimiro Acosta abrió la puerta de una percepción de la arquitectura más allá de las visiones acotadas de la profesión, al punto que introducía la consideración de un mundo concebido para los seres humanos en una dimensión espiritual y por otro lado, aquella de una concepción ética de contenido casi místico. Todas sus acciones marcaban con énfasis el camino para la búsqueda creativa en pos de la armonía  –del hombre y sus productos- con el medio y la naturaleza. La sustancia de su pensamiento tenía dimensión universal porque radicaba en una aguda concepción filosófica de la razón existencial del ser humano”.
En la actualidad la vivienda no posee protección legal de manera tal que podría ser víctima de la presión inmobiliaria, poniendo en riesgo su arquitectura original e incluso ser demolida. A raíz de esto un grupo de arquitectos cordobeses están en campaña para que el municipio de la Falda y la provincia la cataloguen como Patrimonio Histórico.




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