Cada vez las ciudades necesitan más espacio natural para esparcirse, con lo que se nos hace imprescindible conocer, una serie de datos sobre el paisaje, aunque sea de una forma genérica.
Quizás sea el suelo el mayor bien que tenemos. Su conservación, pues, es fundamental; su planificación coherente, irrenunciable. El paisaje que no es más que el suelo descrito en términos formales y ambientales (climáticos, naturales y sociales) debe seguir, por tanto, la misma pauta de manipulación racional que otras disciplinas urbanísticas.
La arquitectura del paisaje intenta “planificar y diseñar” para obtener el mayor beneficio de explotación y estético con el mínimo coste ecológico. Planificación y diseño que debemos entender como la faceta teórica y práctica el mismo proceso.
La definición de Paisajismo, y como la conocemos en nuestros días, no surgió hasta 1858, ante el rápido deterioro producido por la incipiente capacidad tecnológica; pero es obvio que fue una preocupación histórica desde las antiguas civilizaciones de china, india, oriente medio y Egipto en su manipulación agrícola y social.
El paisaje es manipulado por dos actitudes claramente diferenciadas:
1- Suministros de recursos, explotación agrícola, aumento de necesidades de superficies para diversos fines.
2- Expresión filosófica, religiosa y artística del ser humano, en forma de determinadas “marcas” dejadas o realizadas en el terreno.
Tanto una como la otra deber ser gestionadas por los diferentes niveles de administración, y a nivel particular, en jardines individuales, las dos pueden convivir gratamente, de modo tal que permitan a las personas el despertar y el goce de los sentidos.
Fuente: RICO, Juan Carlos, Paisajismo en el siglo XXI