Junto a este fenómeno, y a partir del auge de las comunicaciones, surgió lo que se ha llamado "globalización". Las obras de arquitectura compartieron los fenómenos de la comunicación y la informática en un alarde de tecnología que se difundió mundialmente. Otra característica de esta época es el aumento de las diferencias distributivas del capital, que se concentró en unos pocos. Inversamente a lo que pasó durante el modernismo racionalista, en este momento no existe "el maestro" a quien todos siguen.
Así surgió una arquitectura cuya máxima definición y caracterización son los deslumbrantes materiales y un espectacular aprovechamiento tecnológico de alta complejidad, a lo que debe sumarse la utilización de tecnología digital en el diseño y los cálculos estructurales, que permitió exteriorizar una nueva sensibilidad y convertir en realidad antiguas utopías, que de otra forma hubiese sido imposible lograr.
"Sustentabilidad es una palabra que se ha puesto de moda en las últimas décadas. Sin embargo, sustentabilidad no es tanto un problema de "moda" como de supervivencia" Norman Foster.
Las crisis energéticas y los desastres ecológicos de los últimos años han promovido la aparición de un nuevo paradigma arquitectónico: el del desarrollos "sostenible". El principio de sustentabilidad fue reconocido oficialmente en 1993 durante el Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), en Chicago y fue definido como pauta de progreso y como responsabilidad profesional. La frase "desarrollo sustentable" sintetiza un problema que, se espera, todos los estudios de arquitectura deberían enfrentar: el de dar respuestas arquitectónicas que, sin desechar nuestros patrones adquiridos de habitabilidad y confort, contemplen el ahorro energético y el medio ambiente.
Si bien hoy son muchos los arquitectos que comparten estas preocupaciones investigan acerca de la utilización de fuentes de energía alternativa (viento, sol..) y sistemas de acondicionamiento mixtos, las maneras de encarar las respuestas arquitectónicas son variadas.
Mientras algunos arquitectos proponen, con una posición más "romántica" un retorno a las arquitecturas vernáculas, otros, como el propio Foster, pretenden corregir aquellos errores del pasado, y no desdeñan las demandas de las ciudades contemporáneas postindustriales y reorientan el uso de las tecnologías para obtener soluciones más eficientes en estos ámbitos.
En la Comunidad Económica Europea, la conciencia ecológica está ampliamente difundida y legislada. Europa debe reducir el consumo de energía un 9% antes del año 2017. Enorme desafío es el que involucra el urbanismo, la planificación, la arquitectura y las pautas de consumo individuales. Es una gran deuda de debate serio en nuestros países emergentes donde lo urgente siempre se antepone a lo importante.
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