Rosario no tiene fundador ni fecha de fundación, sino un proceso de formación espontánea producto de su situación favorable tanto geográfica como económicamente. Nació con el nombre Pago de los Arroyos, habiendo sido, justamente, pago de servicios a la Corona al Capitán Luis Romero de Pineda, concedido por Buenos Aires. Sin embargo, otra parte de las tierras ya pertenecían a la Estancia San Miguel de los jesuitas en 1719.
A partir la muerte de Pineda y la sucesión de las tierras a sus hijas, luego de la destrucción causada por los indios del Chaco, comenzó a perderse parte de la historia.
Se suceden establecimientos de estancias durante la primera mitad del XVIII, hasta que se radica en la región Santiago Montenegro para dedicarse a la explotación agro-ganadera. Además, fue quien diagramó el basamento de la futura ciudad, reconstruyó la antigua capilla y en 1751 fue nombrado Alcalde - anteriormente el mismo funcionario tenía también a su cargo el distrito de Coronda; recién en 1784, se dividió la jurisdicción.
Años después de la Revolución de Mayo, la población del Pago de los Arroyos o Villa del Rosario era poco numerosa, pero se veía largamente favorecida y con incipiente desarrollo comercial merced a su estratégica posición como nodo de caminos virreinales y con el acceso por el Paraná. Sobresalía por ese entonces, en este poblado, el edificio parroquial, centro de la vida social de los habitantes.
Para 1880 Rosario ya era el primer puerto exportador de la Argentina. Esto produjo un aumento demográfico importante, atrayendo a corrientes inmigratorias y migraciones internas que influyeron en la conformación arquitectónica de la ciudad como actualmente la vemos.
A partir de esta conformación de la población multicultural a lo largo de los años y el hecho de que ha sido una ciudad constituida sin una fundación legitimadora pero con la riqueza propia de una ciudad portuaria, en la actualidad, Rosario propone con su Programa de Preservación y Rehabilitación del Patrimonio, impulsar un proyecto para que las intervenciones urbanas, particulares o públicas, incorporen la recuperación y mejora del patrimonio urbano y arquitectónico como mecanismo propulsor del espacio público, de recreación de áreas degradadas, desordenadas. Esto se orienta a la rehabilitación de los edificios y sitios con valor patrimonial de modo tal de que sea posible fortalecer la identidad local y revalorizar la economía del sector. Ejemplo de esto es la instalación del plan Romántica del Boulevard Oroño de carácter histórico-fotográfico. Este boulevard se inauguró en 1862 como parte de un programa urbanístico en el cual tradicionales familias construyeron sus palacetes y mansiones que le imprimieron belleza y un carácter típicamente europeo. Forzosa y lamentablemente algunos de ellos fueron derribados, por lo que este plan reparador de la memoria colectiva ubica a lo largo de las cuadras, fotografías que rememoran nostálgicamente las construcciones que ya no están.
Como vimos, en la experiencia local se pueden registrar momentos singulares que tienen que ver con la formulación de distintas iniciativas para el ordenamiento del territorio municipal; desde los primeros intentos efectuados plasmados en los planes de ensanche, hasta las elaboraciones más completas volcadas en la redacción de los últimos planes urbanos. Muchos de ellos fueron remitidos al Concejo Municipal sin recibir tratamiento; no obstante, sirvieron de guía a la administración municipal en materia de políticas urbanas.
Esos primeros intentos de planificación en la ciudad de Rosario fueron prácticas parciales que tuvieron por objeto establecer ciertos criterios de alineación y de expansión de la trama urbanizada. Las experiencias más completas de planificación han sido variadas y sus efectos reales no han pasado desapercibidos. Todas ellas dejaron su impronta que puede ser reconocida aún hoy en el espacio urbano.
Otro ejemplo de estas consideraciones sobre el plano urbanístico es Plan Maestro de la Costa que está en marcha hace 6 años, dando un nuevo impulso a las transformaciones sobre la costa de la ciudad. En todas las operaciones planteadas, se reafirma la vocación esencialmente pública de este territorio mediante la construcción de una sucesión de parques, plazas y balcones frente al río; la regulación de las áreas de concesión destinadas a la provisión de servicios y la generación de un recorrido ininterrumpido sobre el borde de agua. Muchas ya fueron concretadas y otras se encuentran en proceso de ejecución y/o gestión ante diferentes organismos públicos y/o privados.